07 diciembre 2007

"Sólo el APRA salvará al Perú" (II)

Desenlace trágico de los sucesos ocurridos en Huaraz debido al levantamiento aprista de 1932.

El Ejercito atacó Huaraz a las tres de la tarde del lunes 19. Doce días habían transcurrido desde que la revolución estallara en Trujillo y para entonces el mayor López Mindreau sabía ya que el suyo había sido un paso en falso. Los rebeldes del Callejón de Huaylas no tenían noticias de de la fuerza aprista que había huido a las montañas; pero la aviación había arrojado volantes y periódicos trujillanos sobre Huaraz, de modo que se difundió así la suerte adversa del movimiento. López Mindreau no podía rendirse. La capitulación no entraba en las reglas impuestas por Sánchez Cerro desde el comienzo de su mandato, sólo el paredón. Organizó, pues, la defensa de Huaraz como quien tira los dados por última vez. Si rechazaban el ataque, otras tropas volverían a la carga. Eso tal vez, les daría tiempo de huir.

Del otro lado, las perspectivas eran distintas. "Ayer llegué a Callán con todo el destacamento y pude darme cuenta de que el triunfo era nuestro", escribió el teniente Alfonso Llosa, "pues el espíritu de nuestros oficiales, de la tropa y de la Guardia Civil era excelente..." Y luego: "Desde que llegamos a Callán se acercó a nosotros gran cantidad de indígenas que formaron militarmente, ofreciendo sus servicios para restablecer el orden. Debo hacer presente la forma encomiable como han cooperado estos hombres, sirviendo de conductores a nuestra impedimenta, como arrieros y guías sobre todo. En su condición de agentes de enlace han prestado útiles servicios, por lo que estamos muy agradecidos."

"Las tropas iniciaron su ataque, lanzándose hacia sus posiciones de asalto y comenzando el descenso a las 3:30 pm. A las 5:30 pm. se abrieron los fuegos de parte de nuestros elementos de avanzada, siendo contestados por disparos de los apristas, quienes al mismo tiempo, lanzaron petardos de dinamita para volar el puente, obteniendo solo deteriorarlo ligeramente."

Pese al fracaso sufrido por los rebeldes, que no pudieron destruir el puente, el combate continuo con creciente intensidad desde ambas riberas. El mayor Lazo, que comandaba las tropas, ante la imposibilidad de atravesar el puente, defendido con una intensa fusilería, despachó dos compañías con la misión de vadear el río en un punto situado a tres kilómetros de distancia, con el propósito de atacar de flanco a los rebeldes. Pero una hora después de haber enviado a los soldados del 3ero de Infantería, un enlace anunció que habían sido detenidos por los apristas. No había forma de cruzar el río.

A las diez de la noche, un subteniente armado de una ametralladora y acompañado de una sección, se lanzó a través del río, logró vadearlo y cayó de sorpresa sobre la retaguardia de los rebeldes. Al mismo tiempo, el alférez de la Guardia Civil, Rafael Serrano, en un arranque casi suicida, cruzó el puente disparando rabiosamente su revólver. Sus hombres, enardecidos por el ejemplo, lo siguieron. Cogidos así entre dos frentes, los apristas huyeron hacia la ciudad.

Media hora después, las tropas entraban en Huaraz. hubo un intenso tiroteo en las calles, pero a la medianoche los rebeldes habían desaparecido. En efecto, el mayor López Mindreau había tomado de rehenes al prefecto, al subprefecto y a otros trece prisioneros políticos que estaban en la cárcel. Con ellos y medio centenar de revoltosos, huyó hacia Yungay. Pero allí también la resistencia se desmoronó y los apristas dejaron en libertad a sus rehenes y se escondieron en las haciendas.

Al día siguiente el mayor Lazo dispuso una edición extraordinaria de "El Departamento" dando a conocer "Los Crímenes del APRA" y organizó una búsqueda de los fugitivos. Las comunidades ofrecieron su cooperación en esta cacería humana, así como los civiles partidarios de Sanchéz Cerro a quienes se proporcionó armas. A las 4 de la tarde, malherido, el mayor López Mindreau fue capturado en la hacienda Canyasbamba por una partida de estos voluntarios.

Toda resistencia había terminado antes de que se cumpliera 48 horas del ataque del Ejercito. Se daría paso a los juicios y sentencias.

A la medianoche del 4 de agosto se reunió la Corte Marcial de Huaraz. Dos horas y media después, todos los encausados menos cinco, fueron a escuchar sentencia. Estos cinco eran los condenados a muerte que estaban en poder del Gobierno, ya habían sido informados de su suerte hacía un rato: serían fusilados al amanecer.

De los condenados a muerte, el doctor Phillips dijo que deseaba hacer un testamento en el cual escribió: "Mas que bienes materiales dejo a mi esposa e hijos los votos que mi muerte sea un augurio del porvenir. No tengo otro delito que mi ideología aprista, a la que no renuncio ni en estos momentos supremos. Quiero que mi cadáver sea incinerado y que mis cenizas se depositen en un frasco que tenga como leyenda mi nombre y la frase "Solo el APRA salvará al Perú". Este frasco deberá guardarse en el local del Comité Aprista de Huaraz cuando pueda funcionar".
El cabo Torres pidió autorización para contraer matrimonio con su conviviente. La Corte le otorgó el permiso. Una sección salio a buscar a la pobre mujer. La llevaron juntó a él y lloró. Tenían un hijo.
El mayor López Mindreau permanecía en el hospital de Belén. Tenía cuatro costillas fracturadas, un desgarramiento de la pleura y hemorragia interna. no pestañeo al saber que lo iban a ejecutar. Hacía algunas horas que estaba muriendo. Dictó débilmente su testamento y comulgó ayudado por las religiosas del hospital.

Llegada la hora de la ejecución el triste cortejo salio de la iglesia. El frío era intenso, pero varios centenares de personas se habían reunido para ver pasar a los condenados. Llevaban en una camilla al mayor López Mindreau. Quiseron pararlo en el paredón pero el vacilante militar se desplomó. Estaba casi agonizando y tuvo que ser sentado cerca del sitio reservado para su ejecución. Los cuatro restantes se tomaron de las manos y avanzaron así al paredón. Phillips dio vivas al APRA y el cabo Torres pidió a los soldados que apuntaran bien.

El alférez que dirgía la ejecución se llevó la mano derecha al quepís, saludando militarmente al mayor López Mindreau. Luego gritó: "¡Fuego!". El mayor López Mindreau dio una voltereta, las balas le habían destrozado la cabeza, los otros se desplomaron, todavía con los brazos entrelazados. El alférez les descargó el tiro de gracia.

Una hora después empezó la pugna de los familiares con las autoridades para que les fuesen entregados los cadáveres. el Ejercito se encargó del sepelio del mayor López Mindreau y del teniente Soto. El cabo Torres fue enterrado gracias a una colecta hecha entre la tropa de Huaraz. Phillips y el español Alonso fueron sepultados en Huaraz.

Ese sería el triste final de la rebelión aprista en Huaraz, 1932. Pero ese año aún no había terminado, y aun quedaba una de las grandes ciudades del norte, también bastión aprista. Pero Cajamarca tendría su propia historia.


*Basado en: "El año de la barbarie, Perú 1932" - Guillermo Thorndike

1 comentario:

  1. Asi murieron los que fueron apristas y que creian en el ideario y el programa PAP,pero el tiempo ha demostrado que el apra ya murio.En nombre de este partido dirige una banda de asesinos y ladrones como Alan,Del Castillo,Giampietri............tc.los cuales deberian ser fusilados como fueron sus martires que fueron enganados.ESO SERIA JUSTICIA.

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